Todas las cosas tienen un principio y un final. Lo malo de esto es que aquellas cosas que te parecen agradables parecen terminarse antes que aquellas que no nos gustan.
Prueba de lo que digo son las vacaciones como las que se me están terminando a mi en este fin de semana. El lunes toca currar a las 7.30 horas, y la verdad es que agradeciendo poder ir a trabajar tal y como están las cosas, aunque la verdad es que mi estado de ánimo no es el mejor para retomar las labores, sobre todo cuando como es mi caso, supone asumir bastante responsabilidad y estar siempre en boca de todo el mundo.
El caso es que casi siempre que me ha tocado reincorporarme al trabajo lo he hecho con bastante alegría, pero este año la cosa es diametralmente opuesta. De hecho llevo un par de días dándole vueltas al coco con este asunto y estoy de una mala leche que no os podeís imaginar. No lo exteriorizo, pero el cabreo sigue ahi.
Y con lo calentita que está la cosa en todos los aspectos y a todos los niveles veremos a ver si no hay tonterías con más de uno o una. Lo cierto es que, como ya relataba en un post anterior, mi actitud va a cambiar radicalmente, no pienso regalar ni un minuto de mi tiempo, aunque el tiempo de trabaja trataré de rendir al máximo. Y lo que considero más importante, no pienso asumir ninguna responsabilidad que no me corresponda, eso lo voy a llevar a rajatabla, y ya puestos, todo aquello que suponga algo raro lo informaré por escrito y a quien le pique pues que se arrasque.
Será mu humilde forma de protestar y aunque se que igual algunos no lo ven bien, ahora mismo no tengo otra. Bastante se han reído ta de mi.
Ya me lo dice mi mujer..."eres tonto dejando el teléfono encendido a todas horas" "¿A dónde vas tan temprano...?"
Y lo peor es que, como siempre, lleva toda la razón.
Pero bueno, el caso es que como decía, tengo el síndrome post vacacional galopante, cosa que no me había ocurrido nunca pero que este año me va a joder y mucho lo que queda del mes de julio y, posiblemente, parte del mes de agosto.
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