martes, 18 de diciembre de 2012

LA EXCURSION

Hoy ha sido un día bastante especial para la pequeña de la casa ya que ha sido día de excursión. En esta ocasión han visitado La Tacita de Plata, o como suele salir en los atlas, Cádiz.


Todo sea por celebrar el aniversario de la Constitución de 1812, La Pepa; aunque poco queda de aquel espíritu que dió lugar a la primera constitución de España y parece ser que de las primeras del mundo.

El caso es que como siempre, al llegar a casa, se a puesto a contar como una posesa cosas de la excursión, cosa normal y que me gusta que haga, ya que es una forma de mantener ese contacto que ojalá nunca perdamos. Me ha llamado enormemente la atención el suceso que más la ha impactado. No es que lo diga yo, sino que es algo que nos ha repetido varias veces durante el relato.

No es otra cosa que el hecho de que ella, con sus 10 años de edad, ha contado a 28 personas, como ella dice, «pobres», que estaban pidiendo en la calle. Incluso se ha fijado en algunos de los carteles que estas personas tenían junto a ellas para tratar de ablandar el corazón de los transeuntes.

Me ha resultado chocante que ella, con su corta edad y en unas circunstancias que normalmente habrían provocado que se fijase en otros detalles (lo normal en niños y niñas de 10 años), ha dejado relativamente esos detalles infantiles y se ha quedado con la pobreza que ha visto a su alrrededor. Y he de decir que me agrada que haya pasado esto y sin que nadie le diga nada, ella lo haya visto y, supongo que dentro de sus capacidades, lo haya analizado.

Sorprendido me ha dejado la sensibilidad con la que lo ha descrito, hablando en voz baja y casi que midiendo las palabras. Da la impresión de que caso le ha causado cierto miedo (no la persona, sino la situación) y que ahora mismo, aunque escucho el televisor en su cuarto, parte de su cabecita estará en Cádiz, observado a estas personas que pedían en la calle.

Ahora, en un par de días, cuando ella haya podido digerir esa información (me consta porque la conozco que le dará vueltas a la cabeza a este tema durante varios días) hablaré con ella y aprovecharé para explicarle. Para tratar de sacar provecho de esa excursión no solo en el aspecto cultural, que se lo dejo a su maestra; sino en el aspecto social y humano, para que suavemente pueda tomar contacto con una realidad que está cerca y que cada día afecta a más personas.

Si esto es como yo pienso creo que posiblemente esta excursión haya servido para mucho más de lo que pensaban los maestros cuando la organizaron, al menos en el caso de mi hija.

De todas formas no deja de ser una situación muy triste, y no solo a los ojos de un niño.

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