Desde ayer, cuando Rosa, mi mujer, acudió al médico para ver los resultados de unas pruebas estoy un poco ido. Todo por culpa de esas jodidas pruebas que han sacada a relucir que padece de pólipos en la vesícula.
En principio, el médico ha descartado que revistan gravedad, aunque el próximo miércoles tenemos la cita con el especialista que será quien verdaderamente nos pueda informar del alcance de los dichosos pólipos así como del tratamiento o de la operación para su extirpación.
A pesar de lo que nos dice el médico, una sombra oscura de incertidumbre me cubre desde ayer por la tarde el ánimo, aunque de cara a ella intento ocultarlo porque se que ella estará mucho más nerviosa y tensa que yo.
Donde no he podido evitarlo es en el trabajo, y hoy ha sido un día muy raro. No lograba concentrarme en las tareas y me hablaban como si le estuviesen hablando a una pared...que mañana más mala.
Se me pasan por la mente inevitables situaciones; todas ellas desagradables. No puedo evitarlo y se que soy exagerado, pero que le voy a hacer. Pensar en situaciones en las que me vea sin ella me hacen temblar de pánico. No me veo yo solo, sin su ayuda o sin su guía, tirando «pa lante» de los dos pájaros y de la casa. Mucha familia, muchos amigos, pero yo sin ella soy menos que cero.
Solo me (nos) queda confiar en la ciencia médica, en la que yo confio, y esperar que pase la semana y llegue el miércoles para poder salir de dudas y poder organizar las navidades, ya sea en casa solos o acompañados, pero siempre juntos.
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